Empresa

El Reloj de fichar

La robotización cambiará la empleabilidad. En pleno debate sobre qué será de los trabajos actuales en las próximas décadas, ¿es razonable que los sindicatos se sumen a la robotización de las empresas?

Como no puede ser de otra forma, los sindicatos en España quieren participar en este debate. Han entrado de forma directa en el tema de la robotización, proponiendo que se instaure de forma obligatoria el reloj de fichar en las empresas, para así, ir acostumbrando a los trabajadores a que tengan un botón de apagado y encendido, asemejándose a sus próximos compañeros de trabajo que serán los robots.

Flexibilidad laboral, teletrabajo, conciliación de la vida laboral con las necesidades personales, beneficiar esas relaciones personales, etc. son los focos de debate y discusión en muchas empresas, donde está claro y es evidente que la relación empleado/empleador no se basa en los modelos laborales de los siglos XVIII y XIV, donde por desgracia, se han quedado estancados nuestros sindicatos.

Los argumentos empleados por los sindicatos vuelven a ser los mismos: “así se controla que los empresarios no abusen de sus empleados obligándoles a hacer horas extras, que con este reloj se evitará que los contratos de tiempo parcial se prolonguen, que la inspección de trabajo tendrá más fácil su labor… etc.”

Espero que la respuesta de las asociaciones empresariales no sea tan vulgar y fuera de lugar, como casi siempre es, pero mucho me temo que al estar estas asociaciones estancadas,- fijaos si es así que se les sigue llamando patronal-, darán la respuesta errónea ante tal disparate de obligar a las empresas a poner un reloj de fichar y así deshumanizar, aún más si cabe, muchas de ellas.

¿Qué se quiere conseguir?

Si abrimos este melón absurdo, a destiempo y antihumanístico, que nadie se sorprenda que desde el otro lado de la mesa se propongan eliminar medidas de flexibilidad laboral. Si ponemos reloj de fichar, llevaremos al extremo las relaciones empleado/empleador y así tendremos que computar las horas que los trabajadores usan sus redes sociales personales en el trabajo, si se pasan o no de los 15 minutos que tienen para el café o si están ante las pantallas del ordenador o con su móvil comprando las entradas para el cine de esa tarde.

También, tendremos que descontar aquellos minutos que llegan tarde a diario por los interminables atascos de las grandes ciudades, o porque el servicio de transporte público es cada vez peor, o cuando tienen que ir a un recado en su horario laboral, o si el niño se pone malo y la vecina o el vecino no puede quedarse con él, y descontemos las horas que falte una madre o un padre al trabajo porque tenga su hijo unas décimas.

Para colmo, estos gobiernos acomplejados, que provienen de esos mismos sindicatos o han estado toda su vida ligados al funcionariado y la política, se lo pensarán, pues como el afán recaudatorio y su propia falta de conocimento de la realidad empresarial son sus peores consejeros, no tienen ni la más remota idea de qué hacer.

Falta educación en nuestro país y, sobre todo, falta educación en ética. Es evidente que pueden existir empleadores, o patronos, como algunos aún nos llaman, que tengan la falta de educación y la falta de ética para tener que ser controlados, pero ya está bien de pensar que aquellos que creamos o dirigimos empresas somos los patronos opresores de las clases obreras.

Falta poner el foco en lo importante

La productividad se mide desde los valores. Tanto empresa como empleado deben ser conscientes de que la productividad no es cuestión de horas, y sí de un buen desempeño funcional en el mejor clima laboral posible.

Ustedes pueden seguir anclados en su pasado para su supervivencia, me parece bien que quieran poner relojes de fichar a los liberados sindicales, pero déjennos en paz a los demás. Preocúpense de la generación de empleo de calidad, de la educación, de la gestión tan desastrosa de los fondos para la formación empresarial en los últimos años por parte de los sindicatos, las asociaciones empresariales y los distintos gobiernos. Piensen y estudien sobre cómo va a afectar la robótica a la empleabilidad y cómo adaptar a nuestros trabajadores a esa inminente cuarta revolución industrial, pero no quieran poner un botón de encendido y apagado de los trabajadores. Esto ya no va de eso.

Zara Lind
Zara Lind

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