Empezó a jugar de niño con piezas de relojes en un bazar de Melilla. Hoy su empresa de joyas UNOde50 tiene 2.500 puntos de venta en 40 países. "Estoy acostumbrado a tener éxito a través de lo que hago"
Piensen en el nombre de una empresa española con presencia internacional. ¿Demasiado abstracto? Vale, digamos que la compañía está relacionada con la moda. Y que su fundador empezó desde abajo y sigue al frente del negocio. ¿Ya lo tienen? Probablemente un nombre esté rondando su mente. Puede que incluso dos o, a lo sumo, tres si nos han salido listillos. Pero lo más seguro es que no hayan pensado en José Azulay.
Sin embargo, a sus 64 años, este melillense es el fundador, presidente y director creativo de UNOde50, la marca de joyería que en poco más de 20 años (se fundó a finales de 1996) ha conseguido tener presencia en más de 40 países con más de 100 tiendas propias, 2.500 puntos de venta y una facturación que actualmente ronda los 60 millones de euros anuales. Y todo, sin salir de España, porque la producción se sigue llevando a cabo en Madrid, donde empezó todo. «El ADN de UNOde50 es español, se controla todo el proceso de fabricación para que tenga ese sello único y esa manualidad tan nuestra que, si lo mandásemos fuera, aunque fuese más rentable, se perdería», cuenta el empresario.
Pero empecemos por el principio, porque la historia de UNOde50 parte muy alejada del glamour de las calles de moda y el bullicio de las grandes ciudades. La historia de José Azulay empieza con otro tipo de bullicio, el del bazar de Melilla que sus padres regentaban y donde él jugaba con las piezas de los relojes y los cachivaches que allí se almacenaban. Ahora, el empresario recoge los recuerdos de aquella trastienda y muchas otras vivencias acumuladas a lo largo de estos años en el libro Un universo creativo. Historia y alma de UNOde50.
¿Por qué unas memorias a los 64 años? Esto no son unas memorias. En realidad yo nunca me había imaginado que iba a escribir un libro. Pero un amigo me insistía mucho en que lo hiciese. Si no me lo dijo 2.000 veces... Luego estuve en una convención en la que conocí a un directivo de Planeta. Y entre los dos me convencieron. ¿Y cuál crees que ha sido el secreto de ese éxito que ha llevado a UNOde50 hasta donde está hoy? Desde que empecé a diseñar y a vender mis diseños, siempre he tenido mucho éxito. Empecé con los relojes y triunfé de una forma que no me esperaba, por eso confío mucho en mí, en lo que hago, en mis diseños. Estoy acostumbrado a tener éxito en el mundo empresarial a través de lo que hago.
Azulay se refiere así al éxito que ya cosechó con su empresa Select, antecesora de UNOde50 y centrada en el mundo de la relojería. Todo empezó cuando recién llegado a Madrid, en lugar de darse a los vermuts y las cortezas como cualquier joven de bien, el melillense decidió irse un mes a Hong Kong a fin de crear sus propios diseños de relojes. Pero el camino no fue fácil. Aquello eran los 90 y ni su inglés era el de ahora ni Ryanair subvencionaba las escapadas. «Al llegar allí descubrí que la tirada mínima era de 5.000 unidades», cuenta desanimado en el libro. Por suerte, los lotes se rebajaban de forma considerable si se utilizaban los moldes que el fabricante ya poseía, así que el joyero convenció al proveedor chino de que le dejase combinar las piezas prediseñadas entre sí. Así surgieron sus primeros diseños para, ya de vuelta en Madrid, empezar a venderlos con la ayuda de dos comerciales.
En dos meses, José Azulay había vendido 6.000 relojes.
Y eso son muchos vermuts.
"Al principio me encargaba de todo, hasta de la publicidad. Eso me desgastó mucho, pero lo compensé con ilusión".
¿Cuál ha sido el momento más difícil a lo largo de todos estos años? Yo tenía una empresa de relojes que no me llenaba espiritualmente, pero en la que económicamente me iba de maravilla. Y aun así aposté por esto -UNOde50- porque sentí que realmente era lo que estaba buscando. Dejé gran parte de la relojería en manos de un hermano y un cuñado y empecé a diseñar cada vez menos. Cada vez me metía más aquí y me di cuenta rápido de que esto era muy complicado. Estaba acostumbrado a que los relojes se fabricasen en Hong Kong y de repente pasé a un proceso de fabricación donde no teníamos nada, no había metodología, los stocks no coincidían nunca, había que contratar a gente que se encargase de la producción y tenía que contratarlos yo mismo. ¿Cómo recuerdas ahora esa etapa? Fue una época muy ilusionante pero muy complicada. Me vine con todo a pesar de que no estaba seguro de que esto fuese a explotar como explotó luego... Me encargaba de todo, incluso buscaba en qué medios y soportes podíamos publicitarnos. Eso me llevó a un desgaste muy importante, pero lo compensaba con ilusión: estaba aprendiendo a diseñar joyas, algo que nunca había hecho. Y me sentía feliz.
Ahora, tras años luchando por llevar a lo más alto una firma que adquirió siendo sólo un pequeño proyecto, ha conseguido crear un sello propio. Atrás quedaron ya los relojes para dar paso a una casa joyera que no deja indiferente a nadie: la amas o la odias. Así es UNOde50. Y a juzgar por los resultados, la gente la ama más que la odia. «Nunca dejas de sorprenderte. Una de las grandes revelaciones fue el mercado canadiense. Es un mercado muy difícil, pero abrimos dos tiendas y en seis meses se convirtieron en las que más vendían de toda nuestra red mundial», cuenta Azulay, quien confiesa que todavía le gusta pasarse por las tiendas para ver las reacciones del público.
Su material fetiche, una aleación de metales que permite moldear las piezas de modo que cada una sea diferente, era la seña de identidad de la firma desde el principio y lo sigue siendo hoy. «Conocí una empresa a través de una de mis representantes. Me habló de un grupo de personas que habían creado una marca de productos de regalo», explica en su obra. «El nombre nació de la idea de fabricar solo 50 unidades de cada modelo. Me encantaron la idea y la marca. Pensé que a partir de aquella base podía crear algo único», continúa. Azulay compró la empresa y la reconvirtió en lo que es hoy.
El espíritu creativo del empresario se palpa en su obra y también en las paredes de su despacho que, en medio de un polígono industrial de Alcobendas, consigue volverse un rincón acogedor y cosmopolita. La gente -son 630 empleados- se saluda por el nombre cuando se cruza. Las diseñadoras trabajan en shorts. Los obreros que reforman el complejo escuchan Despacito. El ambiente es distendido, de proyecto conjunto. Como de gente que no ha perdido la ilusión. De familia.
En el taller, el equipo de diseño formado por Tamara, Gabi, Mely y Raquel trabaja a destajo para configurar toda la nueva colección: saldrá a la venta el julio que viene. Estas cuatro chicas, lideradas por el propio empresario -que ejerce también de director creativo- se encargan de configurar semana tras semana cada una de las colecciones. La empresa lleva ya algunos años en manos de ejecutivos externos que se encargan de los planes de expansión de la empresa, pero la esencia familiar está todavía ahí (Azulay sigue siendo dueño del 100%).
¿Fue difícil tomar la decisión de dejar la gestión de la empresa en manos ajenas? Al principio llevaba yo todos los departamentos, porque no había presupuesto para contratar y tampoco entendía bien el mundo empresarial. Mi fuerte era el mundo creativo y a través de él pude crear una empresa. Primero con los relojes y luego con las joyas. He tenido que compaginar mi creatividad con el mundo empresarial, que no es lo que más me gusta. Ahora tengo unos ejecutivos que son formidables. ¿Tienes algún referente empresarial dentro de la moda española? Siento admiración y orgullo de que tengamos una empresa como Zara, que es un referente. Lo único es que yo, aunque admiro mucho a los que han llegado lejos empresarialmente, como mi alma es artística, también valoro mucho a aquellos que han hecho cosas creativas.
Y ahí reside el mérito de UNOde50. En haber sabido combinar la creatividad con la empresa. La familia con los negocios. Alcobendas con Canadá. «Es que cuando creas una compañía, eso también es creatividad», sentencia Azulay. Digo yo que el talento tiene que ser esto.
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